Parecidas a las sirenas, cuentan las leyendas, mitologías y cuentos de la zona, que unos seres mágicos, “mujeres de agua” seducen a los hombres para llevarlos al fondo de los ríos, estanques y lagos, donde tienen su palacio de cristal, un edificio prohibido excepto si la reina se enamora de algún elegido, como un joven mozo de buen corazón, hijo de un señor payés. Estas encantadoras o gojes, actúan en tiempos concretos, cuando hay días sagrados, mucha niebla o fuertes tormentas. Las gentes antiguas evitaban transitar cerca de estas zonas de agua. Sobretodo atacaban a los hombres a los que podían convertir en piedra con una sola mirada y dejarlos atrapados en el fondo, como estatuas misteriosas en un lugar vedado. Estas mujeres de agua son en realidad mirlos, que al caer la noche sufren una transformación por el efecto de la luna y de la noche. Así que ya sabéis, si eres hombre, de buen corazón, ves a una mujer mojada, y es de noche… date media vuelta y huye.
Luciérnaga.
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